Uno de los sucesos más misteriosos en la historia del noveno arte ocurrió durante algunos pocos meses entre los años 1952 y 1953. Varias revistas de historietas terroríficas estadounidenses aparecieron con unas extrañas e inquietantes tapas, más afines a la estética del expresionismo germánico tardío que al simple trazo utilizado en la mayoría de los comics. El fenómeno cesó tan pronto como había surgido, quizá porque las editoriales comprendieron que las ilustraciones podrían desconcertar a los lectores habituales (niños y adolescentes en su mayor parte).
El único dato sobre el autor era su nombre, William Ekgren. Con el tiempo se convirtió en una leyenda dentro del mundo del comic, y sería denominado por los aficionados “El más oscuro de los artistas oscuros". Poco se ha logrado averiguar sobre su vida, y ese poco se debe a los esfuerzos del investigador Ken Quattro. Se trató de un pintor noruego que recaló brevemente en Nueva York tras la Segunda Guerra Mundial. Como todo artista de vanguardia, se halló en problemas para ganarse la vida con su arte. Ello lo impulsó a entrar en el mundo de la cultura de masas, ilustrando historietas y libros de horror, donde dejaría su huella en la memoria de los lectores.
Previamente había realizado exposiciones en América del Sur, y si bien no sabemos específicamente qué sitios visitó, es muy probable que haya estado en Buenos Aires. Tal vez se haya cruzado en las rumorosas calles con Macedonio Fernández o con Xul Solar. Hoy les traigo tres de sus tapas, así como una pintura que no llegó a ser utilizada por las editoriales y quedó inédita.
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