Los antiguos folletines y cuadernillos por entregas solían ser muy especializados. Recuerdo haber leído en la correspondencia de Lovecraft una alusión irónica a que pronto habría revistas pulp tituladas Cuentos misteriosos de sepultureros de New Hampshire, o Narraciones de lustrabotas de Detroit. Bien, las cosas no llegaron a tanto pero hubo, tanto en castellano como en inglés, varias publicaciones especializadas en narrar historias de deportes (recuérdese La Novela Deportiva de Mallorquí) y hasta de deportes específicos, como la que me ocupa hoy.
Mucho antes de Marvin Hagler, de Sugar Ray Leonard y de Wilfredo Benítez, el muchacho que aparece en los cromos de abajo practicaba la dulce ciencia con cuanto malandrín se le pusiera a tiro. ¡A disfrutar con sus hazañas!
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La colección la publicó la editorial Guerri, de Valencia (España), hacia 1934 o 35. Enrique Guerri fue editor de folletines que llegó a España como delegado de la editora italiana Vecchi; que con el tiempo se instaló en Valencia y fundó allí su sello editorial, con el que sacó colecciones de novela popular, folletines (casi todos de origen francés o italiano, de Jean de la Hire o Alessandro Zorca) y tebeos (el semanario KKO). Al llegar la Guerra Civil el editor marcha a Italia y los trabajadores se incautan de la empresa y continúan publicando mientras pueden (desde zona republicana).
Tras el conflicto, Guerri volvió a editar, ahora desfasados folletones por entregas de los que se vendían por suscripción, cuyo tiempo había pasado ya.
Su colaborador principal, autor también de estas magníficas portadas, es el dibujante Enrique Pertegás Ferrer.
Lo que me asombra es que esos folletines llegasen a Argentina. Lo ignoraba por completo.
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